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Productos détox: ¿Mito o realidad?

Actualmente nos bombardean con los efectos cuasi milagrosos de los productos détox, pero ¿qué hay de cierto?

 

¿Por qué nos oxidamos?

 

Detox significa desintoxicar, eliminar las toxinas del organismo. Es interesante saber que el ser humano cuando respira, come y trabaja está produciendo moléculas tóxicas llamadas radicales libres. Ese proceso es conocido como oxidación.

 

El cuerpo intenta eliminar naturalmente esas toxinas o radicales libres produciendo moléculas antioxidantes para desintoxicar el organismo. Dependiendo de la situación en que se encuentra, ese mecanismo interno no consigue hacer el trabajo de manera óptima.

 

Sol, polución, consumo de grasas trans, estrés, enfermedades, envejecimiento… todo eso produce mayor cantidad de toxinas oxidantes y cuando existe un exceso de radicales libres pero la cantidad de antioxidantes naturales son insuficientes para neutralizarlos, se produce un envejecimiento precoz, pudiendo surgir también ciertas enfermedades.

 

¿Para qué sirven y cuáles son los productos détox?

 

Además de las dietas détox, zumos y cápsulas, hoy surgen las cremas détox. Las cremas con esa finalidad son diferentes entre sí. Algunas tienen moléculas antioxidantes como la vitamina C y E que neutralizan los radicales libres, otras activan la función de la mitocondria, que es el centro celular de producción de energía y otras tienen complejos que neutralizan el exceso de la producción sebácea.

 

En los productos cosméticos, los activos antioxidantes contribuyen a revitalizar la piel y prevenir los signos de envejecimiento.

 

Los principales activos antioxidantes están presentes en vitaminas como la C y E, que retrasan la aparición de las arrugas y mejoran el aspecto de las que ya han aparecido.

 

Cuando esas vitaminas son combinadas con otros activos, también antioxidantes, como el picnogenol, ácido ferúlico, ácido retinóico, retinol, resveratrol, licopeno, entre otros, conseguimos todavía más beneficios junto a los mecanismos de defensa de la piel.

 

Lo ideal es insistir en practicar hábitos saludables: alimentación equilibrada, sueño reparador, ejercicios físicos moderados y ocio para combatir el estrés. Además, es importante contar con un diagnóstico profundo de las características individuales de la piel realizado por un médico y sabrá indicar las necesidades básicas y prioritarias de cada piel.